Dune: Parte Dos - Análisis

Villeneuve nos trae una secuela que supera en todo a su predecesora: más impactante, más vasta, más épica

Crítica de Dune: Parte Dos — Un viaje inolvidable por las infinitas dunas de Arrakis

Hace unas semanas decidí volver a ver la primera entrega de Dune en preparación para lo que estaba por llegar. Al terminar el metraje me pregunté si Denis Villeneuve sería capaz de, no solo estar a la altura, sino de superar su propia película para hacer algo aún más épico. Algo que confirmara su saga como la obra maestra de ciencia ficción de la década. Reconozco que entré en la sala de cine un tanto nerviosa y expectante, el tráiler final me había puesto las expectativas muy altas que en ocasiones las secuelas no son capaces de cumplir. Al final, ni Villeneuve ni el desierto de Arrakis me defraudaron, y me hundí de lleno en sus dunas infinitas.

Dune: Parte Dos nos coloca inmediatamente después de los sucesos transcurridos en la primera entrega. Los Harkonnen, tras eliminar de la ecuación a la casa Atreides, vuelven a ocupar Arrakis para controlar los campos de especia. Y Paul Atreides, a quien todo el mundo da por muerto, se une a los Fremen para encontrar su propio camino, tal y como le dijo su padre. Esta entrega nos muestra el desgarrador viaje espiritual del joven heredero de la casa Atreides para convertirse en el mesías, en el Mahdi que guiará a los Fremen al paraíso. Un viaje marcado por el dolor que le causan sus propios presagios, que él intentará evitar a toda costa: una Guerra Santa en su nombre.

Comienza, ahora de verdad, el viaje del héroe

No cabe duda de que estamos ante una entrega magistral. Tenemos ante nuestros ojos una exploración más profunda del tema y del personaje, con una meticuliosidad brutal. La acción es épica, las imágenes y el sonido son increíbles. Pero la manera en la que Dune Parte Dos expone los peligros del fanatismo religioso, el imperialismo y el mito del héroe es realmente digno de enmarcar.

La película plasma la visión que Frank Herbert plasmó en su libro en cuanto al tono, los acontecimientos más destacables y el mensaje final. Pero sí que es cierto que es menos fiel al libro que la primera parte. Villeneuve optó por desviarse del libro para añadir varios detalles y quitar otros y, seamos honestos, no le ha salido del todo mal, pero a mi parecer tampoco del todo bien, porque no ayudan a cerrar bien el film. Hay algunos cambios de la película respecto al libro, sobre todo en el tercer acto, que no comparto del todo y que no voy a detallar por razones obvias. Sea como sea, ahora solo queda esperar para ver cómo solventa estos cambios en la siguiente entrega, y si le pasan factura o no.

Un duro viaje entre dunas infinitas: amor, odio y la aceptación de un destino inevitable

Lo cierto es que Villeneuve consigue que Dune: Parte Dos sea un éxito de la puesta en escena, y en esta ocasión también del ritmo (algo en lo que fallaba un poco la primera parte) que, por cierto, se incrementa en el tercer acto del metraje hasta resultar sofocante por la crudeza de todo lo que ocurre. La estructura de la película hace que, pese a ser casi 3 horas de metraje, no se sienta larga, y en mi opinión no le sobra un minuto. Pero lo más destacable que ha conseguido en esta entrega recae en el ojo al detalle. En la descripción de las emociones de cada personaje según la facción donde está situado. En la profundidad y crudeza de una historia en la que la política y el poder oprimen a los pueblos originarios de Arrakis para hacerse con sus recursos. En el fanatismo religioso desmedido va escalando hasta las puertas de la guerra. No, Arrakis no existe, pero aun así no está muy lejos de la realidad.

Villeneuve deja clara su predilección por las imágenes impactantes en el cine

La dupla Greig Fraser-Hans Zimmer hace de Dune: Parte Dos una obra maestra audiovisual. Fraser ha creado unas composiciones a gran escala que son para quitar el aliento por sí solas, pero que junto a la increíble banda sonora compuesta por Zimmer transmiten una belleza indescriptible. Es una película hecha para el cine, para una pantalla lo más grande posible y unos buenos altavoces, que sin duda va a perder parte de su grandeza cuando llegue a la pequeña pantalla, por lo que te recomiendo que vayas a verla al cine si tienes la oportunidad.

Para mí, Dune: Parte Dos es una película a gran escala. La apuesta total de Villeneuve y de Fraser recae en el poder de las imágenes, de hacernos sentir pequeños ante la grandiosidad de todo lo que nos rodea. Fraser, desde luego, tiene un ojo impresionante para los detalles a gran escala, y tiene la suerte de que Zimmer sea un genio absoluto en lo suyo, porque si sus imágenes de la inmensidad de Arrakis impactan tanto en el espectador es, en gran parte, gracias a la música. Las cosas como son.


La futura generación de actores y actrices de Hollywood brilla tanto como la especia

La pequeña escala, todo hay que decirlo, se la comen los actores. Además de Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Stellan Skårsgard, Javier Bardem, Josh Brolin y Dave Bautista, entre otros; se suman Florence Pugh, Austin Butler y Anya Taylor-Joy. Chalamet defiende al personaje de Paul Atreides de manera excepcional, pues es capaz de aguantar y de salir victorioso de escenas que comparte con actores del calibre de Bardem, Zendaya o Ferguson que, por cierto, encarna de manera ejemplar a una Jessica cada vez más absorbida por las Bene Gesserit. El joven actor ha hecho un trabajo brutal con el personaje y lo demuestra a lo largo de toda la película. Especialmente quiero destacar una escena en el final de Dune: Parte Dos en el que actor y personaje vibran tan bien que el espectador piensa que es el mismísimo mesías el que se está dirigiendo a él. Al principio del film vemos un Paul dubitativo con su destino, y al final vemos a un Lisan-al-Ghaib mucho más oscuro. No exagero si digo que creo que Chalamet hace con Paul Atreides, con Muad’Dib, uno de los mejores trabajos de su carrera.

También destacan Zendaya y Bardem. Zendaya interpreta a una Chani atrevida, desafiante y ansiosa de libertad, que es capaz de ver más allá del amor que siente por Paul y lucha por desmitificar la leyenda de Lisan-al-Ghaib para proteger a su pueblo por encima de todo. En Dune: Parte Dos vemos una Chani que difiere mucho a la de los libros, una auténtica revelación del personaje que, en este caso, a Villeneuve le ha salido muy bien. Por otro lado, Bardem encarna a un Stilgar que pasa de ser el mentor del héroe a un mero súbdito engullido por el fanatismo religioso. Bardem, sin duda, aporta un toque cómico a la película: al principio puede resultar gracioso, pero después deja ver claramente los peligros de creer ciegamente en algo. Una dupla perfecta de dos personajes que representan dos polos: el norte y el sur, la insumisión y el sometimiento, la libertad y la esclavitud. A través de ellos dos vemos el verdadero poder de la religión para controlar a las masas, donde aquellos que no creen terminan siendo unos auténticos descarriados.

Austin Butler, por sorpresa, también se ha convertido en una de las piezas indispensables a destacar en esta entrega. Nos pone en bandeja a los verdaderos Harkonnen con un Feyd-Rautha Harkonnen terrorífico. A través de su personaje vemos realmente hasta dónde es capaz de llegar un sistema imperialista podrido por dentro que está dispuesto a acabar con todo lo que se les pase por delante. Su interpretación, sumada a las impactantes escenas en blanco y negro en Giedi Prime (planeta de los Harkonnen), nos muestran un mundo verdaderamente arcaico y fascista en el que no hay luz ni color.

Un blockbuster que pretende no serlo

Villeneuve ofrece una versión diferente de la típica en un blockbuster. Diría que es casi anti-blockbuster: aquí, todos los aspectos de la narrativa estándar de “El Elegido” son rechazados. Villeneuve pone sobre la mesa el hecho de que ser el elegido está lleno de malos presagios y un temor atroz. Es como si la película no quisiera que el joven Atreides se convierta en Lisan-al-Ghaib, en el mesías que los salvará a todos. De hecho, Paul desarrolla una lucha interna durante toda la película y, cuando finalmente acepta su destino, se siente como algo malo.

Dune: Parte Dos es la película donde Villeneuve consigue tomar las riendas de su propio universo, donde la verdadera historia por fin empieza a tomar forma. El director se atreve a tomar los riesgos que implica desviarse del libro en algunas cuestiones y, en su gran mayoría, se hace dueño de sus decisiones. Ofrece el mismo espectáculo visual y sonoro característico de sus películas, pero va un paso más allá que en la entrega anterior. En esta entrega todo es más y mejor: imágenes impactantes, música majestuosa, mejor uso del sonido y de los silencios. Un verdadero espectáculo para el espectador.

Todo en Dune: Parte Dos roza lo épico. Un auténtico espectáculo de ciencia ficción hecho con mucho mimo y con unos detalles tan extensos como las dunas infinitas de Arrakis, de la que podría seguir hablando durante horas. Es hora de adentrarnos en el desierto, conocer a los Fremen, aprender a montar gusanos y vislumbrar en el horizonte una Guerra Santa que hará temblar el universo.

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Dune: Parte Dos

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Crítica de Dune: Parte Dos — Un viaje inolvidable por las infinitas dunas de Arrakis

9
Increíble
En Dune: Parte Dos, Villeneuve aplica la misma fórmula que en su predecesora, pero todo es más y mejor. Un espectáculo visual y sonoro de ciencia ficción hecho para verse en el cine y perderse en la infinidad de Arrakis.
Dune: Parte Dos