Sila Thaus

ciencia ficción biológica: Conceptos para escritores

Géneros

Hoy os hablo de lo que yo llamo «ciencia ficción biológica», es decir, la ciencia ficción que se centra en cualquier tipo de ser vivo (humanos, dinosaurios, arañas gigantes, plagas de insectos, plantas mutantes, clones, alienígenas…) o en las amenazas biológicas para la salud (virus y otras enfermedades infecto-contagiosas) y me voy a centrar en seres vivos que existen o han existido en el planeta. A los alienígenas y las enfermedades los dejo para futuras entradas.

No hace falta ser científico para escribir ciencia ficción biológica pero, como ya mencioné en una entrada anterior, un mínimo de documentación es necesaria en cualquier género si queremos mantener la verosimilitud y que no haya errores que rompan el pacto de ficción con nuestros lectores.

La mayoría de obras de ciencia ficción sobre seres vivos podrían encuadrarse en el tropo de «el otro», en concreto el tropo del monstruo: esos organismos representan nuestros miedos como humanos o como sociedad. Por ese motivo, en casi todas estas obras aparecen una serie de características biológicas tales como gran tamaño, dientes y garras enormes, inteligencia igual o mayor que la de los humanos, capacidad de reproducirse en un tiempo récord y de tener muchísimas crías… Son rasgos que se exageran o se inventan para incrementar la sensación de amenaza pero, si no se hace bien, lo que pretende ser un recurso para generar terror o agobio rompe la suspensión de la incredulidad y se convierte en motivo de risa para el lector o espectador.

Os traigo un Top 5 de conceptos básicos sobre biología para escritores de ciencia ficción que nos pueden ayudar a evitar esa situación cuando escribimos sobre organismos que existen o han existido.

1.- ¿El tamaño importa?

La paleontología nos enseña que en el pasado existieron animales mucho más grandes de los que hay ahora (no sólo los dinosaurios, también ha habido mamíferos inmensos). Por lo tanto, es creíble que exista un mono gigante en una isla desierta o que aparezcan anacondas de más de 15 m en un rincón escondido del amazonas, porque con los vertebrados, biológicamente no es un problema. Lo único a tener en cuenta en el tema del tamaño es que cuanto más grande es un ser vivo, más oxígeno y alimento necesita. Si nuestro monstruo supera unas ciertas dimensiones, las condiciones ambientales tienen que ser acordes con ese aumento de tamaño para que sea viable y pueda sobrevivir y moverse. El caso de los invertebrados gigantes (insectos, arañas…) es distinto, porque su forma de respirar y su anatomía hace que tengan un límite máximo de tamaño cuando son terrestres.

2.- Mi perro ha hecho mis deberes

Cuando nos paramos a observar la naturaleza, está claro que muchos organismos son seres inteligentes. Además, algunos muestran habilidades, instintivas o aprendidas, que la sociedad interpreta como típicamente humanas. En ese sentido, cada vez hay más estudios científicos que corroboran estas impresiones, lo que nos facilita la tarea cuando usamos seres vivos con un grado de inteligencia extrema en nuestra ciencia ficción biológica. Además, hay algo en nuestro favor, que es la tendencia errónea y generalizada que todos tenemos a atribuir a otros seres vivos características humanas (está estudiado y tiene nombre: antropomorfismo). Eso facilita que el lector se crea actitudes o comportamientos en la ficción que esos organismos no presentan en el mundo real, por lo que podemos jugar lo que queramos con este factor.

3.- X-Animal

Las mutaciones ocurren constantemente en los seres vivos, no requieren una explosión radiactiva ni un experimento científico. Pero no hay que olvidar que de forma natural el ADN de un organismo no cambia a lo largo de su vida.

Generalmente la mutación se asocia a la reproducción sexual (ADN padre + ADN madre = descencencia con ADN combinado). Las mutaciones se pueden producir durante la fecundación y gestación, por fallos en la transmisión o combinación del ADN de la madre y del padre. Una vez que el bebé (o cría en el caso de animales) nace, su ADN, que es exactamente el mismo en todas sus células, es fijo para el resto de su vida. En ese sentido, las películas de X-men están bien fundamentadas, pues plantean que los mutantes nacen ya con esa carga genética que luego se manifiesta en la pubertad. Sin embargo, Spiderman es más fantasía que ciencia ficción, porque a un hombre adulto no le va a cambiar el ADN de todo el cuerpo por muy radiactiva que sea la araña que le pique.

ciencia ficción biológica

La única circunstancia real mediante la que se puede producir un cambio en el ADN de una persona adulta es la radiación ionizante.. Una de sus consecuencias es el cáncer. Un grupo concreto de células de tu cuerpo mutan (modifican su ADN) y se reproducen descontroladamente, de modo que terminan por extenderse por el cuerpo y afectar a los órganos vitales. Esto no significa que el ADN de tu cuerpo entero cambie, sino que se producen daños en el ADN de algunas células Volviendo a la ciencia ficción, sería imposible (y nada verosímil, que es lo que nos interesa como escritores) que las vacas de repente pusieran huevos porque han sufrido radiación. Ningún proceso en la naturaleza puede modificar la anatomía de un organismo adulto hasta el punto de que si antes era vivíparo (se queda embarazado y pare a sus crías vivas) de repente sea ovíparo (ponga huevos).

Si vais a escribir sobre genética y mutaciones, os recomiendo que os documentéis también sobre los avances en epigenética (el ADN no cambia, pero el cómo se expresa, sí).

Una curiosidad, que no excepción, son las quimeras. Son casos en que originalmente se fecundan dos óvulos a la vez, pero durante el proceso de replicación celular para dar lugar a los dos embriones, se mezclan y al final sólo nace un individuo, con dos sets de ADN totalmente diferentes en un solo cuerpo. Esto es una vía muy interesante para plantear ciencia ficción.

4.- Plagas bíblicas

En la ciencia ficción biológica es frecuente hablar sobre lo rápido que se reproduce y se extiende una especie determinada, lo que nos viene muy bien para organismos que pueden convertirse en una plaga contra la que luchar en un momento dado. Eso ya ocurre en la naturaleza: son lo que llamamos organismos oportunistas (ej. ratones, cucarachas…), que tienen períodos de reproducción muy rápidos, con muchas crías cada vez y a los que apenas les afectan las circunstancias ambientales. Aún así, este tipo de reproducción debe seguir en nuestra obra las mismas reglas que en la realidad para que los lectores se lo crean, a no ser que tengamos una buena explicación que al menos «suene a científica».

Por ejemplo, sabemos que los reptiles sólo se reproducen sexualmente (hembras con machos), y Michael Crichton en Parque Jurásico nos dice que todos los dinosaurios de la isla son hembras. Cuando descubrimos que se están reproduciendo sin control humano, lo soluciona explicando que en su ADN han incluido el de un anfibio. Hay anfibios y peces que tienen la capacidad de cambiar de sexo a lo largo de su vida, así que usa datos científicos reales para justificar algo que le viene bien a la trama del libro.

5.- Clonaciones

Aunque la clonación es un tropo bien conocido en la ciencia ficción, no voy a centrarme en la parte filosófica del yo vs. el otro, sino en la biología real del asunto.

Clonar humanos (o cualquier otro organismo de reproducción sexual) requiere, como mínimo, de un óvulo con el ADN del organismo que se pretende clonar, que se fertilice y que pase por un proceso de desarrollo embrionario, es decir, que nazca. No podemos obtener de la nada un clon adulto de otro adulto, como hemos visto en algunas películas de acción.

Un mal ejemplo de clonación aparece en la serie «Zoo», basada a su vez en una novela. Los protagonistas se enfrentan a una plaga de ratones (algo relativamente fácil que ocurra), pero los ratones macho se clonan a sí mismos cada pocas horas. La clonación resulta en camadas de crías de ratón (clones), a los que alimentan unas hembras inmensas que recuerdan a las abejas reina, pues tienen como única función la de dar de mamar a todos esos machos que nacen por clonación.

Lo que le quita la verosimilitud (y hace que dejes de ver la serie) es esa mezcla absurda de conceptos científicos erróneos. No era necesario acudir a la clonación para justificar que se reproducen rápido y no es creíble que un mamífero se clone a sí mismo de forma espontánea dentro de un bolso (algo que sí podría funcionar con ciertos organismos que se reproducen asexualmente).

En resumen…

Los consumidores de ciencia ficción son cada vez más exigentes. Por eso es importante documentarse bien y no caer en errores fácilmente evitables como los que he mencionado. Espero que esta entrada os sirva de referencia cuando vayáis a escribir vuestros relatos o novelas de ciencia ficción biológica.

En las siguientes entradas hablaré de otros buenos y malos ejemplos de ciencia ficción y de los errores más frecuentes que hay que evitar si se quiere hacer un trabajo bien documentado.

Entretanto, ¡escribid mucho y disfrutadlo!

Sila Thaus

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